Celebraciones,
sonrisas,
llantos
producidos por alguna noticia inesperada.
Quizá
son momentos de reflexión,
situaciones
producidas por causas que desconocemos,
pero
que hacen fluir nuestros sentidos por una fina y brillante copa,
frágil,
transparente,
llena
de tintes rosados, rojos o blancos cristalinos.
Escuchas
el despertar de la buena comida.
Un
sonido casi impredecible por el oído,
como
el canto de una sirena
anuncia
la existencia de un brillante objeto,
que hace que todos los encuentros sean como
los primeros.
Acercas
el vidrio a tu boca y lo primero en sentir,
antes
de degustar el suave, amargo e incluso dulce sabor,
es
el aroma penetrante en tu nariz,
que
hace a tus extremidades acercar,
el
fino y esbelto trazo de cristal a los labios,
para
fundirse en el más dulce de los tragos.
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